La relación entre el COVID-19 y las complicaciones cardiovasculares
Han pasado más de dos años desde el inicio de la pandemia actual por COVID-19 y ya se empieza a tener más información sobre las complicaciones tanto agudas como a largo plazo del mismo.
En los brotes anteriores por otros coronavirus (SARS/MERS) ya se objetivó que se asociaban con un incremento en el porcentaje de complicaciones cardiovasculares, que incluían hipotensión, miocarditis, arritmias y muerte súbita cardíaca.
La infección aguda por COVID-19 parece que tiene manifestaciones cardíacas similares a los brotes anteriores. Con el paso de los meses, se han ido estableciendo las distintas alteraciones cardiovasculares que suceden durante la fase aguda, pero lo que no está tan claro son las secuelas que pueden suceder a largo plazo.
En este sentido, se acaba de publicar recientemente un estudio en la revista Nature Medicine, realizado por autores de la Universidad de Washington y del Sistema de Salud de la Administración de Veteranos de San Luis (Missouri), en el que se buscaba establecer cuál es la evolución a un año después de pasar la infección por COVID-19.
El estudio
Utilizando la base de datos del departamento de asuntos de Veteranos de Estados Unidos, se incluyeron 153.760 veteranos que habían sobrevivido los primeros 30 días tras la infección por coronavirus, realizándose un seguimiento de un año y comparando los resultados con dos cohortes de más de 5 millones de personas cada una (una actual y otra histórica). Establecen tres grupos: pacientes que requirieron ingreso en UCI, pacientes hospitalizados pero sin ingreso en UCI y pacientes que no precisaron hospitalización.
El estudio muestra que los pacientes presentan un incremento significativo de riesgo de enfermedad cardiovascular, incluyendo arritmias, inflamación miocárdica, eventos embólicos, infartos cerebrales, infartos de miocardio e insuficiencia cardíaca. A mayor gravedad en fase aguda, más riesgo de eventos cardiovasculares durante el primer año, pero también se objetivó un incremento significativo (aunque menor) en los pacientes que no habían requerido ingreso hospitalario.
Las conclusiones en datos
Así, el riesgo de cualquier complicación cardíaca durante el primer año fue un 59-63% más alto en el grupo de pacientes que habían superado la infección por COVID-19 comparado con el grupo control histórico y contemporáneo. Presentaban un 72% de incremento de riesgo de insuficiencia cardíaca, un 63% de infarto de miocardio y un 52% de infarto cerebral.
Al año de seguimiento, comparado con los grupos control, por cada 1000 personas, el COVID-19 se asoció con:
- 23.48 más eventos cardiovasculares mayores (infarto de miocardio, infarto de cerebral, incremento de mortalidad global).
- 19.86 más eventos arrítmicos, (10.74 fibrilación auricular).
- 12.72 más eventos de otras complicaciones cardiovasculares (11.61 insuficiencia cardiaca y 3.56 miocardiopatía no isquémica).
- 9.88 más eventos tromboembólicos (5.47 tromboembolismo pulmonar y 4.18 trombosis venosa profunda).
- 7.28 más eventos de enfermedad isquémica coronaria (5.35 síndromes coronarios agudos, 2.91 infartos agudo de miocardio, 2.5 angina).
- 5.48 más eventos de enfermedad cerebrovascular (4.03 infarto cerebral).
- 1.23 más veces más de enfermedad inflamatoria (pericarditis y miocarditis). Este riesgo es independiente del estado de vacunación de los pacientes.
Las personas con COVID-19 que no precisaron ingreso, tuvieron un 39% más de riesgo de desarrollar problemas cardiológicos. Este grupo de pacientes presentan tres veces más riesgo de miocarditis y dos veces más riesgo de tromboembolismo pulmonar.
Cuando se realizó análisis por subgrupos se objetivo que el riesgo estaba aumentado independientemente de la edad, sexo, raza, obesidad, tabaquismo, hipertensión, diabetes, enfermedad renal crónica, dislipemia o enfermedad cardiovascular preexistente.
Otro estudio aún no publicado, con menos pacientes y seguimiento de 6 meses únicamente, muestra resultados similares: los pacientes que han superado la infección por coronavirus, incluyendo los que han cursado de forma asintomática, presentan un incremento de riesgo cardiovascular comparado con aquellos que no se han contagiado.