Chocolate y Corazón

Cacao, alimento de los dioses

Según la leyenda del origen del cacao en México, Quetzalcóatl robó el árbol del cacao del paraíso donde vivían los dioses y lo plantó en Tula, pidiéndole a Tláloc que enviara lluvia a la tierra para que el árbol creciera.

Luego fue a visitar a Xochiquetzal, diosa del amor y la belleza, para que el árbol diera flores hermosas. Con el tiempo la planta floreció y dio los frutos de cacao.

Se han encontrado vestigios de cacao en fragmentos de cerámica que datan de 1100-800 aC en excavaciones arqueológicas en Honduras. Parece que por aquel entonces utilizaban las vainas de cacao para producir cerveza.

Posteriormente, para los Mayas y Aztecas, era considerado alimento de los dioses (de aquí surge el nombre científico que le puso Linneo al árbol del cacao, Theobroma cacao: ”Theos” que es Dios y “broma” alimento) y su consumo estaba reservado para el emperador, los nobles y los guerreros.

Se utilizaba asimismo como bebida ritual de poderes mágicos en ceremonias religiosas.

También se utilizaba en el momento de los funerales de las élites como ofrenda.

La manteca de cacao se usaba como pomada para curar heridas.

La vaina del cacao valía más para los indígenas que el oro, y la utilizaban como moneda de cambio para el trueque (4 habas de cacao equivalía a una calabaza, 10 a un conejo y con 100 habas se podía comprar un esclavo).

Se consumía el cacao triturado, con agua fría y aderezado con especias (vainilla, chile, achiote y miel silvestre), quedando una bebida amarga y picante. Los españoles cambiaron la receta, sirviéndolo caliente, más dulce y con otras especias: canela, clavo, anís y pimienta negra molida.

Se le atribuían múltiples virtudes: calmar el hambre y la sed, proporcionar la sabiduría universal y curar las enfermedades.

En 1502 Cristóbal Colón recibió, como ofrenda de bienvenida, sacos de cacao, aunque fue Hernán Cortés quien envió el primer cargamento a España en 1524.

El cacao y el sistema cardiovascular


Hoy en día sabemos que un grano de cacao contiene una enorme cantidad de sustancias nutritivas, como proteínas (11,5%), almidones (7,5%), taninos (6%), agua (5%), sales y oligoelementos (2,6%), ácidos orgánicos (2%), teobromina (1,2%), cafeína (0,2%), entre otros.

El cacao es rico en polifenoles y flavonoides (en mayor concentración que en otros productos, como el vino tinto, té verde o manzanas).

Debido a la presencia de estos flavonoides, se cree que el cacao puede tener efectos beneficiosos sobre la salud, particularmente sobre el sistema cardiovascular.

Así, se han descrito efectos antioxidantes, antiinflamatorios, antiaterogénicos, antitrombóticos, antihipertensivos y efectos neuroprotectores. También está descrito que puede influenciar la resistencia insulínica, la función endotelial vascular y la activación del óxido nítrico.

Sin embargo, en los múltiples estudios realizados sobre el impacto del consumo de cacao/chocolate sobre la enfermedad cardiovascular, no se ha llegado a resultados concluyentes. Tampoco se ha establecido qué cantidad de cacao se debe consumir para prevenir la misma.

Y es que hay que tener en cuenta qué tipo de chocolate se está consumiendo: el porcentaje de cacao que contiene, cuánto ha sido procesado el cacao (a mayor procesado, menores niveles de flavonoides) y la cantidad de azúcares y grasas saturadas añadidas que tiene.

En general, el chocolate con leche o el chocolate blanco tienen un alto contenido de grasas saturadas y azúcares que “suprimen” las propiedades beneficiosas del cacao.

A mayor contenido de cacao en el chocolate, mayores beneficios potenciales, siempre que se realice un consumo en pequeñas porciones (6 gramos al día). Y siempre asociado a una alimentación equilibrada y actividad física diaria.

Más que decir que el chocolate es un alimento cardiosaludable, podemos decir que todos los alimentos pueden ser parte de una dieta sana equilibrada, en la que se puede incluir cantidades pequeñas de chocolate con alto contenido de cacao.


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